Una vez mas, encontré algo digno para compartir con todos uds.
En este caso y recomendado por Cecilia Boullosa (alguien a quien respeto y leo mucho), la propuesta es revivir aquellos días en que los mozos te trataban de usted y el postre de moda era el "panqueque al rhum".
Epocas en la que sonaban en los walkmans frases como "esas motos que van a mil"...o "tuya, tuya, luna de miel"...
Gastronómicamente hablando, hubo un tiempo en que Palermo Viejo era un barrio de casa bajas, Puerto Madero un puerto semi abandonado, y Cañitas eran las voladoras. Salir a comer en los años 80 era muy diferente a lo que es hoy: no había restaurantes étnicos, los menús tenían 15 páginas y los mozos eran todos hombres. Pasaron tres décadas y muchos de los restaurantes que estaban de moda en aquella época hoy se mantienen y, aún siin haberse modernizado casi nada, siguen siendo recomendables. Estos son los mejores para comer bien y hacer de cuenta que afuera es 1986.
1. El Palacio de la Papa Frita.
Fue creado por Ramiro Rodriguez Pardo, una leyenda viviente de la cocina argentina, y si bien tiene más de 50 años, tuvo su auge en los 80. Sus papas soufflé ya son patrimonio histórico de la ciudad. Mozos de moño, paredes de madera y toda la "trayectoria, buen gusto y tradición" que ofrecían los restaurantes ochentosos mientras la inflación hacía estragos y Leo Sbaraglia la rompía en Clave de Sol.
(Av. Corrientes 1612, Microcentro / T. 4374-8063)
2. El Nuevo Hermann.
Para darse una idea de cuán ochentoso puede ser este restaurante, basta con decir que un habitué de la casa es Juan Carlos Calabro, que va a cenar con su esposa Coca. Cocina alemana y porteña vintage, con un poco de olor a viejo que, más que molestar, emociona. ¿El mejor plato? Las costillas de cerdo ahumado están bastante bien.
(Güemes 4202, Palermo / T. 4831-8904)
3. Luigi.
Grandes cortinados rojos sobre las ventanas, platos con el nombre del restaurante impreso y mozos de moño ajustado. Lo único que le falta es que el menú tenga los precios en Australes. Silencioso y familiar a la vez, Luigi tiene un pelotero que no se actualiza desde los años de Las Trillizas de Oro y estacionamiento gratis. A la hora de comer, pastas y minutas. No busques nada más rebuscado que eso.
(Pringles 1210, Palermo / T. 4864-2303)
4. La Cantina de David.
Aunque haya conocido tiempo mejores, cumple con todas las premisas de un restaurante ochentoso: porciones abundantes, mozos de carrera y una carta extensísima. Siempre ligado a la historia de River Plate, aquí solían venir a brindar Enzo Francescoli, Antonio Alzamendi, Hugo Santilli, y el Bambino Veira cuando el club todavía tenía motivos para brindar.
(Córdoba 6299, Chacarita / T. 4553-5613)
5. Los Platitos.
Un clásico para sentarse en esta barra a comer uno de los mejores sándwiches de cuadril de la ciudad ($24) con unas papas rejilla ($15). El restaurante de Antonio Bianco, anterior dueño de Los Patitos (hubo confusiones históricas alrededor de estos dos nombres) es el último de la costanera (número 57) y la única concesión a la modernidad que hizo en todos estos años fue instalar wi-fi. El resto -las sillas, las plantas colgantes, las paredes revestidas en machimbre y los tubos fluorescentes- es idéntico a cómo era hace 25 años.
(Rafael Obligado s/n Puesto 57. / T. 4781-1499)
6. Aquellos Años.
Otro clásico de la Costanera Norte. Si bien funciona desde 2001 con esta marca, todos lo siguen llamando por su nombre histórico: Los Años Locos. En los 80 era LA parrilla de Buenos Aires. Tiene una capacidad de 330 cubiertos y algunos detalles que resisten incólumes al tiempo: los techos abovedados, el salpicré de las paredes exteriores, los mozos atildados y eficientes (todos hombres, claro). De su carta son recomendables las achuras: mollejas de corazón ($50) y chinchulines de cordero ($36). También se puede comer criadillas ($30) y el asado especial, un costillar ancho, cuyo precio varía según el día, pero ronda los $155 (para 4 personas).
7. Antigua Munich.
Hoy conocemos restaurantes indios, rusos, croatas y japoneses, pero en algún momento lo más "étnico" que se podía probar en Buenos Aires era la cocina alemana, que pronto se convirtió en moda. La Antigua Munich es un estandarte de esos tiempos y resiste gracias a una clientela fiel y nostálgica. Sus platos, sin embargo, hoy son más "internacionales". Entre los más famosos están todas las variedades de supremas ($34,50), incluida la Maryland y la Munich, y el bife de chorizo ($46,50). La ambientación se quedó en el tiempo: boxes de madera, mucha planta de interior y arañas de hierro forjado. El precio promedio es de $90.
(Monroe 2444, Belgrano / T. 4784-1989)
8. The Embers.
"The first american restaurant in Argentina", dice su carta en obligatorios colores azul, rojo y blanco. Con aires de merendero y bar de ruta 66, el treintañero que visite The Embers no podrá evitar que se le piante un lagrimón cuando sienta el aroma a pollo frito en canasta ($34) y pruebe las clásicas hamburguesas (combo con papas fritas y bebida, $26). Los postres (waffles dulces y salados, panqueques y lemon pie) salen pinchados con banderitas de países. Para hacerla completa, milkshake de frutilla o chocolate ($19) en vaso grande congelado. Un auténtico deja vú gastronómico.
(Av. Del Libertador 14638, Martinez / T. 4792-1347)
9. La Chacra.
Ir a La Chacra en los 80 era como ir hoy a Cabaña Las Lilas o a La Cabrera. Si querías que un extranjero conociera la mejor carne argentina, éste era el lugar, con sus emblemáticas vacas embalsamadas dando la bienvenida sobre avenida Córdoba y su asador a la vista. Hoy podés comer un buen bife de lomo a precio simil Palermo, y lo podés ochentizar la entrada con una copa de langostinos, y el postre con un panqueque quemado al rhum.
(Av.Córdoba 941, Centro / T. 4322-1409)
10. Zum Edelweiss.
A tiro de los teatros de Corrientes y con un ambiente reservado, Edelweiss era el elegido de actores, famosos y cholulos. En estas mesas cenaron Jorge Porcel, Javier Portales, Tristán, Ricardo Espalter, Susana Romero, y toda la farándula de la época. Además, Edelweiss era uno de los auspiciantes de Fútbol de Primera cuando iba por ATC y los partidos eran relatados a desgano por Mauro Viale. Está abierto hasta las 3 de la mañana, así que es ideal para ir después del teatro y ver si te cruzás con Nito Artaza. Entre sus clásicos esta el gulash ($40) y el chambonon eisbe con chucrut ($51). Los postres son los de siempre: don Pedro ($27), charlotte ($21) y almendrado ($20).
(Libertad 431, Centro / T. 4382-3351).
Espero que los mayores de 40, hayan disfrutado de este pequeño recorrido por su asolescencia y juventud. Un merecido homenaje a aquella década... brindo por los 80s, chin, chin !!
Fuente Planeta Joy.
Mr. Restaurante.
En este caso y recomendado por Cecilia Boullosa (alguien a quien respeto y leo mucho), la propuesta es revivir aquellos días en que los mozos te trataban de usted y el postre de moda era el "panqueque al rhum".
Epocas en la que sonaban en los walkmans frases como "esas motos que van a mil"...o "tuya, tuya, luna de miel"...
Gastronómicamente hablando, hubo un tiempo en que Palermo Viejo era un barrio de casa bajas, Puerto Madero un puerto semi abandonado, y Cañitas eran las voladoras. Salir a comer en los años 80 era muy diferente a lo que es hoy: no había restaurantes étnicos, los menús tenían 15 páginas y los mozos eran todos hombres. Pasaron tres décadas y muchos de los restaurantes que estaban de moda en aquella época hoy se mantienen y, aún siin haberse modernizado casi nada, siguen siendo recomendables. Estos son los mejores para comer bien y hacer de cuenta que afuera es 1986.
1. El Palacio de la Papa Frita.
Fue creado por Ramiro Rodriguez Pardo, una leyenda viviente de la cocina argentina, y si bien tiene más de 50 años, tuvo su auge en los 80. Sus papas soufflé ya son patrimonio histórico de la ciudad. Mozos de moño, paredes de madera y toda la "trayectoria, buen gusto y tradición" que ofrecían los restaurantes ochentosos mientras la inflación hacía estragos y Leo Sbaraglia la rompía en Clave de Sol.
(Av. Corrientes 1612, Microcentro / T. 4374-8063)
2. El Nuevo Hermann.
Para darse una idea de cuán ochentoso puede ser este restaurante, basta con decir que un habitué de la casa es Juan Carlos Calabro, que va a cenar con su esposa Coca. Cocina alemana y porteña vintage, con un poco de olor a viejo que, más que molestar, emociona. ¿El mejor plato? Las costillas de cerdo ahumado están bastante bien.
(Güemes 4202, Palermo / T. 4831-8904)
3. Luigi.
Grandes cortinados rojos sobre las ventanas, platos con el nombre del restaurante impreso y mozos de moño ajustado. Lo único que le falta es que el menú tenga los precios en Australes. Silencioso y familiar a la vez, Luigi tiene un pelotero que no se actualiza desde los años de Las Trillizas de Oro y estacionamiento gratis. A la hora de comer, pastas y minutas. No busques nada más rebuscado que eso.
(Pringles 1210, Palermo / T. 4864-2303)
4. La Cantina de David.
Aunque haya conocido tiempo mejores, cumple con todas las premisas de un restaurante ochentoso: porciones abundantes, mozos de carrera y una carta extensísima. Siempre ligado a la historia de River Plate, aquí solían venir a brindar Enzo Francescoli, Antonio Alzamendi, Hugo Santilli, y el Bambino Veira cuando el club todavía tenía motivos para brindar.
(Córdoba 6299, Chacarita / T. 4553-5613)
5. Los Platitos.
Un clásico para sentarse en esta barra a comer uno de los mejores sándwiches de cuadril de la ciudad ($24) con unas papas rejilla ($15). El restaurante de Antonio Bianco, anterior dueño de Los Patitos (hubo confusiones históricas alrededor de estos dos nombres) es el último de la costanera (número 57) y la única concesión a la modernidad que hizo en todos estos años fue instalar wi-fi. El resto -las sillas, las plantas colgantes, las paredes revestidas en machimbre y los tubos fluorescentes- es idéntico a cómo era hace 25 años.
(Rafael Obligado s/n Puesto 57. / T. 4781-1499)
6. Aquellos Años.
Otro clásico de la Costanera Norte. Si bien funciona desde 2001 con esta marca, todos lo siguen llamando por su nombre histórico: Los Años Locos. En los 80 era LA parrilla de Buenos Aires. Tiene una capacidad de 330 cubiertos y algunos detalles que resisten incólumes al tiempo: los techos abovedados, el salpicré de las paredes exteriores, los mozos atildados y eficientes (todos hombres, claro). De su carta son recomendables las achuras: mollejas de corazón ($50) y chinchulines de cordero ($36). También se puede comer criadillas ($30) y el asado especial, un costillar ancho, cuyo precio varía según el día, pero ronda los $155 (para 4 personas).
7. Antigua Munich.
Hoy conocemos restaurantes indios, rusos, croatas y japoneses, pero en algún momento lo más "étnico" que se podía probar en Buenos Aires era la cocina alemana, que pronto se convirtió en moda. La Antigua Munich es un estandarte de esos tiempos y resiste gracias a una clientela fiel y nostálgica. Sus platos, sin embargo, hoy son más "internacionales". Entre los más famosos están todas las variedades de supremas ($34,50), incluida la Maryland y la Munich, y el bife de chorizo ($46,50). La ambientación se quedó en el tiempo: boxes de madera, mucha planta de interior y arañas de hierro forjado. El precio promedio es de $90.
(Monroe 2444, Belgrano / T. 4784-1989)
8. The Embers.
"The first american restaurant in Argentina", dice su carta en obligatorios colores azul, rojo y blanco. Con aires de merendero y bar de ruta 66, el treintañero que visite The Embers no podrá evitar que se le piante un lagrimón cuando sienta el aroma a pollo frito en canasta ($34) y pruebe las clásicas hamburguesas (combo con papas fritas y bebida, $26). Los postres (waffles dulces y salados, panqueques y lemon pie) salen pinchados con banderitas de países. Para hacerla completa, milkshake de frutilla o chocolate ($19) en vaso grande congelado. Un auténtico deja vú gastronómico.
(Av. Del Libertador 14638, Martinez / T. 4792-1347)
9. La Chacra.
Ir a La Chacra en los 80 era como ir hoy a Cabaña Las Lilas o a La Cabrera. Si querías que un extranjero conociera la mejor carne argentina, éste era el lugar, con sus emblemáticas vacas embalsamadas dando la bienvenida sobre avenida Córdoba y su asador a la vista. Hoy podés comer un buen bife de lomo a precio simil Palermo, y lo podés ochentizar la entrada con una copa de langostinos, y el postre con un panqueque quemado al rhum.
(Av.Córdoba 941, Centro / T. 4322-1409)
10. Zum Edelweiss.
A tiro de los teatros de Corrientes y con un ambiente reservado, Edelweiss era el elegido de actores, famosos y cholulos. En estas mesas cenaron Jorge Porcel, Javier Portales, Tristán, Ricardo Espalter, Susana Romero, y toda la farándula de la época. Además, Edelweiss era uno de los auspiciantes de Fútbol de Primera cuando iba por ATC y los partidos eran relatados a desgano por Mauro Viale. Está abierto hasta las 3 de la mañana, así que es ideal para ir después del teatro y ver si te cruzás con Nito Artaza. Entre sus clásicos esta el gulash ($40) y el chambonon eisbe con chucrut ($51). Los postres son los de siempre: don Pedro ($27), charlotte ($21) y almendrado ($20).
(Libertad 431, Centro / T. 4382-3351).
Espero que los mayores de 40, hayan disfrutado de este pequeño recorrido por su asolescencia y juventud. Un merecido homenaje a aquella década... brindo por los 80s, chin, chin !!
Fuente Planeta Joy.
Mr. Restaurante.
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